Si algo puedes tener seguro en esta vida, es que tanto la decadencia como la plenitud, son el resultado de tu propia actitud.
Por ello ante los conflictos, de ti depende encerrarte o enfocarte en hallar una salida.
En todas las crisis puedes encontrar oportunidades para fortalecerte humanamente.
Entonces, desde el fondo de tu ser, practica la generosidad, desarrolla y fomenta tu mejor versión y guíate siempre por el amor, la unión y la otredad.
No te detengas en credos, dogmas ni religiones, tu brújula, tu mapa y tu ancla, están en la transparencia con la que canalizas, proyectas y transmites tus mejores intenciones.
Solo basta tener la mente abierta para entender que a diario hay muchas buenas maneras de ser útil, perseverante, ejemplar y solidario...
Por ello para estar en paz y hacer el bien no es necesario tener; deidades, doctrinas, creencias ni escapularios.
El amor por los semejantes, la mano abierta y tendida, la actitud perseverante, la sensatez y humildad son la gama de atributos que definen tus valores y tu personalidad.
Por ello... ¡Sigue adelante! Reinvéntate. Sé constante... ante toda adversidad humana o existencial, tienes un gran potencial, tienes talento y talante.